martes, 9 de junio de 2009

Cazadores

¡Dispara! Pero no puedo, tengo miedo. No seas cabro, dispárale ya. Pero no puedo, no me siento capaz. Mierda, dispárale ya. Vete a la mierda, no tiene la culpa. Sí la tiene, nosotros lo podemos todo. ¡No!, por qué hacer eso. Dame la pistola hijo de puta, cabronazo. No, huye, vete. Mierda, eres un traidor. Solo soy un poco más humano. Dame la pistola, ya capturaré otro, lárgate de acá. Toma esta mierda, yo me largo. Espera, recuerda que ni una palabra o tú serás la víctima. No me importa, espero nunca más verte. No lo harás si cierras la boca. Ojalá te jodan pendejo.

Y el pobre animal sintió que la garra de su cazador lo soltaba y escapó sin importarle más que su vida. Los gritos de sus cazadores le asustaban más y corrió mucho tiempo. Luego de muchos minutos de haber corrido el cansancio hizo que parara. Aún tembloroso y desconfiado se detuvo para descansar.

Al pie del árbol y con los ojos bien atentos el carnívoro esperaba una presa. Llevaba mucho rato en la espera. Escucho que algo se acercaba, se agazapó, observó al otro animal y se dio cuenta de que era comestible. Se escondió más, con sigilo. Tuvo suerte, el otro animal dejó de correr cerca de él. Muy quedito se puso en posición de ataque. Esperaba el momento oportuno, cuando el otro animal voltee la mirada hacia el otro horizonte. Estaba excitado, se lamía, ya era la hora.

De pronto vio que un animal se le lanzó encima. No le dio oportunidad, lo tenía preso. Esta vez no era un bípedo, esta vez las garras opresoras eran punzantes. Sin embargo aún sentía miedo por sus primeros captores. Hizo un último esfuerzo, gimoteó, pataleó con fuerza. El carnívoro soltó ligeramente la presión, lo suficiente pensó, y escapó por segunda vez de la muerte. Volvió a correr con la velocidad de un bólido a pesar de la gran herida que le dejó el último ataque. Se sentía perdido, por dónde habría llegado hasta ahí. Presentía algo, estos caminos ya los había recorrido, esas huellas frescas olían a él. De pronto freno con fuerza: estaba volviendo por el mismo camino que le sirvió de huida.

Una sombra al frente, un sonido extraño, un estruendo, el dolor en una pata, caer al suelo y ver cómo las aves asustadas huyen de los árboles, respirar se torna difícil, sonido de pasos, todo se acaba, el brillo de algún objeto, otro estruendo, su cazador huye, se hace aun más difícil respirar, otra sombra, sonidos extraños, la primera sombra ha desaparecido, la segunda sombra se acerca, toca su dorso, saca algo, lo inclina y algo como agua le cae en su herida, le arde, siente un hincón en el muslo, hay un sonido extraño, muy raro, una cosa gigante se acerca, hay una nueva sombra, empieza a sentir nada, pero aun observa, siente que su cuerpo ha desaparecido, ya no le duele la herida, ve como las sombras lo meten a esa cosa gigante, sus ojos se cierran, lucha por no cerrarlos, es inevitable, ya todo acabó.

Abre los ojos, dónde estoy, siente un ligero dolor y mareos, poco a poco se incorpora, no puede pisar con una pata, observa a su alrededor, se parece a su casa pero no es su casa, reconoce la cosa gigante, se asusta al ver a seres similares a sus primeros cazadores, los reconoce, son los que lo cargaron, no sabe por qué de su ojo cae una gota, se siente aliviado, todo ha pasado.

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