viernes, 13 de noviembre de 2009

Hartazgo fallido

Hoy todos mis conocidos estarán inmersos en celebraciones, pero fue mejor para mí evitar cualquier encuentro vulgar con la gente. Estoy harto de esas reuniones que arman mi grupo, generalmente las que se organizan en la casa de Luchín. La gente solo bebe y se droga; bebe y se drogan y fornican en un rincón de la casa o en el baño y aspiran cocaína o se preparan unos enormes canutos de marihuana y ríen y después algunos lloran y otros miran escandalizados pero aceptan los excesos bacanales porque también quisieran practicarlo pero les puede el pudor o la incapacidad de sentirse liberados a pesar de las sustancias consumidas. No todos están predispuestos a llevar a sus cuerpos a experimentar los excesos que puede cometer el hombre. Casi siempre es lo mismo en la casa de Luchín y yo ya me estoy hartando de eso.

Hoy me quedé encerrado sin hacer mucho peo haciendo mucho para evitar el desequilibrio de las cosas. Y entonces cogí ese libro inmenso que empecé a leer hace un par de días. Surgió, de repente, esa idea que ahora considero inevitable no llevarla a la acción él no se merece eso, así que tendré que organizarlo tal como está en el libro para que todo funcione. Será necesario un carro, algunas armas, las que sean, y hombres capaces de dar pelea hasta el final. Él no se merece esto y aunque no me considero un angel vengador, trataré de volver todo a la normalidad. Y entonces continué leyendo ese libro inmenso para ser minucioso en el plan y olvidando por completo lo que estarían haciendo ahora en la casa de Luchín, olvidando que quizá Fredy esté en pleno sexo colectivo, olvidando por completo la figura de Cristina escandalizándose ante lo que ve pero perteneciendo a ese grupo y aceptando el entorno al que pertenece, olvidando a Carlos prendiendo un buen porro de marihuana y diciéndole a todo el mundo que estaba cagao, olvidando que quizá muchos se estarían preguntando dónde diantres estoy y a qué hora pienso llegar para ir de excursión y abastecer a los más necesitados. Leí y olvidaba de esa manera mientras la perra me insinuaba algo y al final le hice caso y le empecé a sobar la cabeza y ella movía la cola, pero no sea malcriada perra, no se suba al mueble, y ella solo buscaba dónde pasar su lengua.

Pretendí huir el resto de la noche, pero en cierto momento huir me era algo elevado e inalcanzable. Y por eso Luchín me alcanzaba la marihuana y antes de fumarla la analicé y alguien me dijo que qué esperaba, que la siguiera corriendo, que así la estaba cagando toda, y no le hice caso y continué mirando el porro sin mirarlo y queriendo llorar sin una razón que excuse el acto. Sin fumarla, solo mirándola por ratos prolongados, surtió efecto y ya no había razón para la vulgaridad de fumarla y simplemente la pasé al de mi derecha porque ya todos me gritaban y cada vez que el porro volvía a mi mano solo lo miraba diez, veinte, treinta minutos y el resto se exasperaba y Carlos estás cagao hombre y Fredy otro lapo entre mis greñas y Cristina por fin sonriendo ante mis actos y no hubo cuarta porque ya no me la pasaban. Igual ya me sentía drogado tan solo de mirar y oler esa marihuana humeante y sintiendo que los amaneceres poco a poco se iban descomponiendo.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Continuidad

No sé en qué momento de la noche logré hacerme campo entre la gente conocida y desconocida que se agolpaba dentro de la sala y la cogí del brazo, la arrastré a la mala hasta un lugar alejado de sombras y la obligué a hablar conmigo.
De pronto un ruido hizo que toda la gente que se encontraba en la casa de Luchín volteara a vernos y se percatara, con regocijo, de la escena grotesca: yo sobándome la mejilla recientemente golpeada y Cristina huyendo furiosa de mi lado y mentándome mi respectiva madre.
Le malogré la noche y ella me entristeció por completo y es que hay cosas que se dicen dentro de una discusión que duelen y mucho y a pesar de que uno tenga un colchón de buena cantidad de licor dentro del cuerpo para amortiguar ciertas palabras y acciones, igual si uno termina por acordarse de las cosas al día siguiente le termina arruinando muchos días y, si buscamos exageraciones, la vida entera. Después, lo único que recuerdo es que me puse a beber sin restricciones de por medio en todos los grupos que se habían formado dentro de la casa.
– ¿Qué pasó?– me preguntó Carlos.
–Nada, solo que la besé a la fuerza y ya ves como terminó.
–Estás cagao, hombre– me dijo.
Cuando ya estaba ebrio llamé a Cristina a su celular pero este no dejó de sonar sin que alguien se animara a contestar. Le mandé un mensaje en el que escribí contéstame por favor, es urgente y volví a llamar pero no se atrevió a contestar. Ya me voy dando cuenta de que es insostenible que ambos sigamos perteneciendo al mismo grupo. Creo que tendré que apartarme de todo para evitar seguir viéndola y desgranarme el corazón.
Luego, y esto me lo contó alguien, yo andaba ebrio por la casa con el celular en mi mano y un periódico y me dediqué a llamar a varios avisos de prostitutas A-1. Según las diversas versiones que pude rescatar yo gritaba por toda la casa como loco “putas, pónganse a trabajar y dejen ya de abrir sus piernas”, y hasta a una le grité “Cristina, deja de putear”, y es que según le dije a alguien en ese momento la voz sensual que me contestó el teléfono era idéntica a la de Cristina.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

El inicio de la soledad

Después de pensarlo, y mucho, cogí el teléfono y llamé a Cristina. Que por qué y para qué, me decía por dentro, pero sin hacerme mucho caso, o desobedeciéndome totalmente, preferí marcar los nueve dígitos que separaban su aliento o su sonoridad de mí.
Llamé tres veces y no contestó, quizá intuía de quién se trataba pues no sabía al cien por ciento de que era yo porque la llamaba de otro número. Recién a la cuarta llamada logré escuchar su voz que se asemejó más a un berrido que al melodioso sonido que recordaba ella expelía de sus labios. “¿Qué quieres?”, me gritó segura, sin asegurarse siquiera de quién la podía estar llamando. Yo solo atiné a susurrarle que la amaba, aunque de esto no estoy seguro, pero igual se lo dije como para convencerla de algo. Calló unos segundos, escuché que tomaba aire para decir algo y soltó que no quería volver a lo mismo, que dejara de molestarla, que dejara de tironearla por las calles, que dejara de hacerme la víctima, que dejara de llamarla y que dejara de decir falsedades.
Luego colgó y yo casi rompo la bocina del teléfono de pura ira y volví a marcar los dígitos con impaciencia, insistí mucho rato, horas de desesperación, incluso llanto, Dinara que a veces abría la puerta y se asustaba y qué te pasa, por qué estás así, es por él, no creo que sea por él, es por una mujer, no pasa nada, solo estoy mal, y vete a saber con ustedes, están locos y los ojos que se me perdían de rabia y por favor contesta, puta, puta, puta, háblame, qué te hice, contéstame que me estás pagando mal y así durante mucho rato, hasta que uno tiene que portarse bien pues porque está en casa ajena y los dueños de casa ya habían llegado.
Hasta ahora no contesta, he perdido mi día en puros intentos, en puros golpes, en puros llantos. Solo me reconforta un poco saber en lo desesperada que la habré puesto por el sonido del teléfono durante todo el día. Aunque bien y pudo haber salido con otro, alguien mejor que yo, alguien lindo e inteligente que hace que mi figura se vea disminuida a su lado. Ya dejé de intentar, ahora no sé qué decir, estoy solo y pensativo y obviamente muy derruido y en una casa en donde no puedo recurrir a nadie.

domingo, 30 de agosto de 2009

Ya se lo habían llevado

Desperté muy tarde y me asusté, lo empecé a buscar, temí ya no encontrarlo, no haberme despedido. No lo encontraba y me empecé a preocupar. Luego de un rato, me enteré que ya se lo habían llevado. ¿Por qué no me despertó? ¿Acaso no quería que vea que se lo llevaban a rastras y llorando ¿o acaso inconscientemente yo no quería despertar?
“Es por su bien”, me dijo Dinara cuando le pregunté que por qué le hacían eso. La empecé a pegar con la mirada y ella como que se asustó o se sintió de verdad golpeada y se fue. Fui a mi cuarto, o al cuarto de Jordan, para alistar mis cosas en mi maleta, no era mucho, algo de ropa y otras cosas de aseo personal, y para esperar a que sus papás me llamen para decirme que ya era hora de que me retire de su hogar, que no querían cargar con tal situación.
Toda la mañana se pasó así, yo sentado al borde de la cama leyendo un libro y esperando a que la mamá de Jordan me llame para largarme de la manera más sutil posible. Pero no me llamaron y yo no estaba convencido de querer irme sin que me echaran. Luego del almuerzo que Mechita había preparado, y en donde Dinara y yo no cruzamos palabras porque ambos estábamos ensimismados, me fui a jugar frontón al parque; me fui a tratar de no pensar, solo golpear y golpear la pelota contra la paleta como una máquina programada para ello.
No creo que encerrarlo haya sido lo mejor para él, eso me es seguro, no creo que haya sido la mejor opción y es que no se dan cuenta que el problema es su carácter, su bipolaridad, que en todo caso debería ser tratado con un psicólogo, aunque a estos los detesto. El problema de su conducta nunca fue la marihuana, ella no hace tanto daño y de eso doy prueba, al contrario lo calmaba, se volvía mas sonriente, más cachondo pero van y deciden que lo encierren porque es un fastidio y vete a saber quién lo aguanta, que ya no puedo más, que se vaya, que lo tengan encerrado un tiempo, que así se solucionan estos problemas. A veces los padres empeoran las cosas. Decidí dejar de buscarlo.

viernes, 28 de agosto de 2009

Previo al encierro

Sin nada de qué preocuparme en la mañana, sin el cotidiano dolor que provoca las noches de excesos, solo algo enajenado y nada más.
Jordan me ve levantarme y de golpe siento su tristeza, me mira con pena, "Qué tal la noche", me dice por decirme algo, pero en su rostro no hay ganas de enterarse de nada, solo estar ahí, mirando sin mirar lo que sea. "Lo de siempre", le digo y le palmoteo el hombro como si eso fuera la solución para quitarle el estado mohíno que lo tiene cogido desde que se enteró lo que harían sus padres.
Mañana me encierran, susurra apenas, casi llorando, pero estése quieto hombre, le digo para animarlo, son solo tres meses, tus viejos se enteraron que fumas y ahora te quieren rehabilitar, no saben que vas a salir peor. Al fin sonríe. "¿Tú crees que me violen?", me pregunta asustado, "¿Te acuerdas del Loco? El solía gritarle a sus papás que lo habían violado y que le arruinaron la vida." No sé que responderle, era verdad, el Loco le gritaba eso a sus padres, pero el Loco estaba loco y nadie podía dar crédito a lo que decía.
—Dónde vas a vivir cuando yo me vaya, porque mis viejos saben que tú también fumas. No te van a aguantar. Cuando regrese no van a querer que tú sigas acá.
—No sé huevón, no me cagues el día. No quiero volver a mi casa, eso es seguro.
Cojo mi casaca y saco los papelitos de cigarrillo. Saco la bolsita donde cargo la marihuana y la empiezo a desmenuzar. Tronquito, pepitas, todo a un lado. Calculo la cantidad y la pongo encima de un papelito. Empiezo a rolar hasta que formo un perfecto canuto. Paso mi lengua por uno de los bordes del papelito y la pego. "Que sea la última", pero él me dice que no quiere, que no puede, que no quiere que lo encierren. Empiezo a fumar y he pasado por esas tentaciones, esas ganas de querer abstenerse ante el olor, pero es casi imposible, me la quita de la mano casi arranchándomela y empieza a darle unas pitadas profundas. Jordan se pone a llorar de nuevo, "No les voy a perdonar esto", grita. Grita y llora.
Dinara abre la puerta y ve a su hermano con el porro en la mano, lo recrimina, pero es en vano, ya ha fumado lo suficiente como para sacarse mucha mierda de encima. Me mira furiosa y se va dando un portazo. "Esa huevona tiene la culpa. Es una chismosa de mierda", vuelve a gritar. No le digo nada porque Dinara siempre es linda, además, hace buen tiempo, que me tiene algo arrecho. El no lo sabe.
Le digo vamos a sacar el carro , hombre, y mientras él me dirige el retroceso me dice a gritos que pare, que por las huevas, que todo siempre sale mal y yo salgo para animarlo pero me doy cuenta de que efectivamente todo estaba saliendo mal: la llanta estaba baja.

jueves, 27 de agosto de 2009

Noche de cuervos

Como todo se había limitado a sentarnos en el sofá frente al televisor y ver una película tras otra (malas, interesantes y buenas), le dije no puedo más hombre es viernes, lo siento, y salí de casa cuando en la noche empezaban a volar los cuervos.
Jordan se quedó, y es que llevarlo a mi horda de amigos, compañeros y enemigos (vulgares, grotescos, patibularios) sería empeorar su caso. Y entonces Luchín me anima para ir de excursión por el Centro o por la Victoria, "Para venir cargados, Halo", me inquieta pero la veo a ella también bebiendo un poco más allá, mirándome a veces de reojo, "anímate Halo", insiste Luchín, pero yo le decía que Cristina esto y que Cristina aquello y de repente empiezo a chillar como un niño y Carlos me ve, estás cagao hombre, me dice, olvídala vaya de excursión y Fredy me empieza a llenar de lapos en la cabeza, mierda no le muestres eso, me grita en el oído mientras el sonido de la música evita que los demás oigan, pero principalmente evita que ella oiga, y Carmen también me ve y camina hacia mí y veo que quiere escupir a Cristina pero lo aguanta y llega a mi lado, estamos ebrios, me arrastra a un rincón, nos empezamos a besar y mientras mi lengua juguetea con la suya, ella balbucea, con la incomodidad que le provoca mi lengua y mis enormes dientes, que me anime y que vaya de excursión con Luchín, que muchos la necesitan, que vaya a la Victoria o al Centro y Luchín de un rincón de la casa me grita ¿Te animaste? y yo vamos hombre.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Aire de extrañeza

La monotonía simplemente me cobijó y no pude desasirme de ella. Intenté, claro, leer pero algo me abrumaba y me llevaba a un sinsentido de extrañeza. "Déjese de pendejadas", me animaba Jordan y prendimos un canuto de hierba (o yerba, como dice él) aprovechando la ausencia de Mechita, su empleada.
Luego estuvimos como con sueño, efectos quizás, y empezamos a carcajear porque nuestras caras de a pocos se iban desconfigurando. "Ponte una película", me dijo y yo presto a hacerle caso y es que algo nos estaba arruinando el día.
Como era de esperarse, en días en que nada sale bien, la película se empezó a estropear y ya no pudimos verla. "Qué maricada con los artefactos", me dijo y yo soltándole cualquier cosa como excusa.
Ni siquiera en la noche la extrañeza abrumadora desapareció, al contrario todo empeoraba conforme las horas iban avanzando hasta el cero cero dos puntos cero cero. Ya para esas horas sus papás habían llegado y no pudimos fumar más. "Dónde vas a dormir", me dijo Jordan. Le dije que con su hermana, entonces volvimos a carcajear pues porque así sucedían las cosas. "Dinara, ven", gritó y su hermana llegó rápido para complicarme las cosas. Me puse rojo de purita ruborización (redundancia) cuando Jordan le decía que yo quería dormir con ella así que me hiciera un espacio. "Locos", nos dijo ella y se fue sonriente y linda como siempre.
"Te quedan pocos días, hombre", le dije y malogré más la noche. "Sí, me quedan pocos días", me dijo y se puso más triste y creo que apagó la luz no para que ya durmiéramos, sino para que él se pusiera a llorar secretamente en la oscuridad.

martes, 25 de agosto de 2009

Aunque te vean

Caminaba por una calle solo; una calle vacía y yo caminaba sin parar y disfrutaba hacerlo sin que alguien advirtiera mi presencia.
Me parecía un mundo perfecto, irreal pero perfecto, y su perfección consistía en que yo podía ir por ahí, libre, sin sentirme mirado y es que precisamente las miradas han sido el azote que ha carcomido mi espíritu. Diría que no es tanto por las personas (en algunos casos sí), sino porque siempre me he sentido mirado peyorativa, vil y burlescamente, quizá sin siquiera ser visto.
Y caminaba así, solo y tranquilo. Hasta que empecé a vislumbrar gente que caminaba hacia mí, eran personas que pasaban por mi lado yendo en dirección contraria. Lo extraño, y esto lo recuerdo perfectamente, era que yo reconocía a todas esas personas, rostros de amigos, familiares, compañeros que alguna vez he conocido y hasta he charlado con ellos. Pero éstas, al pasar por mi lado, parecían no reconocerme y seguían su camino como quien pasa por el lado de un extraño que nunca han visto y que ni siquiera su cara les resulta familiar (acción que nos hace detener ante un extraño).
Fueron muchos rostros conocidos que me desconocían, ni uno solo se detuvo a examinarme, ni siquiera a mirarme. Cuando la vi a ella, a ese ser tan amado que es mi madre, que disponía a pasar por mi lado desperté.

viernes, 21 de agosto de 2009

Poema en nadsat

Uchasño usy, staja sarco
en la chisna, plenio voy en ella,
quizá el quilucho para huir
sea taladrar con una puschca
una yama en el rasudoque
o un nocho cortando mis quischcas
llenas de velocet y de drencrom.
Snufar es un snito sladquino
lubilubar, polear con la naito.

¿Arrebato?

Al parecer lo del otro día fue un error, bueno no me lo dijo así, me dijo que solo fue un arrebato, un pecadillo, un pequeño capricho que quería cometer con mi modesta y lastímera persona. También me dijo que no le podía hacer eso a su enamorado y que volvieramos a estar como antes, solo amigos, no amantes.
La verdad es que bueno, tengo que aceptarlo y pensar lo mismo; pero si otro día quiere cometer un pecadillo, o un arrebato, o un capricho, que me lo diga que yo gustoso aceptaré.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Día lubilubando

Hoy no fui a scolivolar. Fui al domo de una débochca ya que ayer me dijo que iba a estar odinoca en su domo. Sabía que iba para lubilubar con ella. Así fue; llegué y la scvaté y tuvo que sluchar todo. La nagoé y la empecé a morder; primero la guba, después los grudos, que son bien bonitos, los scharros y todo el ploto. Por momentos suave, por momentos scorro, ella empezó a crarcar gronco mientras yo pasaba mi yasicca por todo su ploto. Poleamos toda la mañana, fue chudesño. Mi meselo mersco se cumplía. Ah, poleamos bugato. Gracias Bogo. Ah, su bruco, sus grudos, sus scharros. Oh, bella ninfa, ya meselo volver a lubilubar contigo.

martes, 18 de agosto de 2009

Chepuca

La naito estuvo joroschá, sasmuté bugato toda la naito. Pero llegó el amanecer y me puse medio besuño. Salí de mi cama y me di un doho baño: golová, rota, grudos, nogas, rucas, scharros, yarboclos, es decir me chisté todo el ploto nago y dejé de sentirme mersco porque si no lo hacía me sentiría resrecearnado todo el día.
Fui a scolivolar scorro porque salí tarde de domo. Aun así llegué tarde porque el que yecaba iba muy lento. Sodo, brachno veco. Al salir de la scolivola me fui a la biblio, pero fue solo un malenco tiempo, ya que me aburrí y como no tengo drugos nadsat en la scolivola me aburrí más y me fui de allí para regresar al domo. Mi eme me sirvió una chasna de chai y me dio klebo. Admiro la forma como me mima mi eme, al llegar a domo, soy un cheloveco afortunado. Luego me fui a sasnutar un malenco.

viernes, 26 de junio de 2009

Resignación

Es triste la vida
Cuando odias la rutina.
Es triste la vida
Cuando odias a la vida.
Es tan triste la vida
Cuando te es triste todo.
Ya no es tan sencillo despertar,
Ya no es tan sencillo el devenir,
Desearía morir,
No importa torturado
O tan solo cerrando los ojos.
Desearía el haber podido elegir,
Pero tampoco es fácil de huir,
Hay cadenas que romper
Y cuando las rompa
Habrá llantos que
Ya no podré secar.

Siempre las ratas

Pienso, como si eso fuera suficiente
Para salvarse de todo.
Mi templo es un agujero de estupideces,
Pero aun así, entre tanta estupidez,
Logra calmarme un poco.
Los ojos que me miran me asustan.
Las ratas violan las reglas
Y carcomen mis huesos.
Los perros ladran
Pero no en señal de que avanzo.
Los perros ladran porque odian verme,
Les doy asco, estoy bastante demacrado,
No puedo continuar.
Me aíslo de todo.
Estoy ensimismado.
La tristeza sempiterna fiel a mí.
Los látigos del cerebro me están destrozando.
Preferiría ser un cavernario irracional.
Soy el mono milenario pensante
Sin ganas de pensar, sin ganas de continuar.

Anónimo

He logrado lo que no quería lograr.
Alonso me mira y yo lo miro,
Se ríe de mí y yo siento pena
Porque se ríe de mí.
No soy payaso
Pero doy risa.
Soy grotesco, soy absurdo,
Soy digno de la negra ker.
Las ratas siguen consumiendo
Lo que queda de mí;
Pero es en vano, todas morirán
Yo soy veneno del mundo
Ciervo del mal
Yo soy la sombra que oculto al cuerpo
Yo no existo
No estoy en tu libreta de amistades
No pertenezco a ningún sitio
Estoy perdido en un espacio que no existe
Un espacio blanco y virginal,
Un espacio sin ciénaga,
Sin muerte, sin alegría
Sin rostros
Solo yo y la nada.
Eso soy, yo soy la nada
Y caigo y abro los ojos y el tiempo se corrompe
Y Alonso se sigue riendo de mí.

Ineptitud

El momento es oportuno
Para drogarse con pensamientos fuera de contexto.
Vuelo a un lugar distinto,
Donde las cosas mejoran para mí
Y se arruinan para el resto.
Tomo la pistola y disparo contra mi cuerpo,
Estoy vacío, no tengo sangre
No tengo órganos y las balas llenan mi cuerpo.
Ahora soy de metal, soy frío,
Nada me lastima y sigo volando.
Escupo para darte un balazo en la cabeza
Y te cae en plena frente
Y tú sí sangras
Y corres y sangras pero no mueres
Y esa es mi pesadilla
Todos sangran pero no mueren
Y tiñen los océanos de rojo
Y yo nado en la sangre
Pero la sangre no entra en mi cuerpo
Y esa es mi pesadilla.
Estoy vacío, sin sangre
Y ustedes riegan sangre.

viernes, 12 de junio de 2009

Poema a mi papá

A Jorge
Respiro de mi dolor,
Roedor infatigable de mis días,
Hacedor de todo mi mal,
Acusado de provocar el llanto nocturno.

Nacido en la hiel,
Bautizado por mis llantos,
Tuvo todo
Y no me dio nada.

Viajero del mundo subterráneo,
Timador como nadie;
Inventaba las estrellas
Para engañar a las diosas
Y entre ellas a mi ángel.

Quebraba con su voz mi primavera,
Con alaridos descarnados,
Y con solo decir te amo
Engañaba al universo por completo.

Le crecía en su frente un estigma,
Que maduraba con cada fruto que metía
Y nacían esas tiernas criaturas
Que abandonaba en busca de otra melodía.

Fundador de mi soledad,
Padre mío,
Encarnación de mi dolor
Eres una inmortal maldición.

Vivió entre reyes
Y fue educado con oro;
Compañero de una buena vida
Y sus males los dejó a mi agonía.

Coleccionista de copulaciones,
Insaciable en ello,
Adorador de sus persuasiones,
Mentiras, timaciones y llantos ajenos.

Sobre todo
Beso del demonio,
Lluvia constante,
Ferviente creador de dolor.
Hielo agudo,
Merecedor de la muerte,
Arruinador de vidas.
Por tu culpa ahora soy un suicida.

Plaza de hedor:
Basural eres,
Sonrisa perturbadora de mi alma,
Por tu culpa nunca habrá silencio.

Corona de espinas.
En cada lágrima
Tu rostro es
El ácido doloroso del averno.

¡Dolor!
Mentiras sin descanso,
Sin remordimientos
Y sin espanto.

Remolino de destrucción,
Corazón de embustero,
Enorme oscuridad carnal,
Higuerilla de mi desdicha.

Te acurrucabas placenteramente
Sobre hadas engañadas,
Arruinabas sus vidas
Y de los que pronto harían su llegada.

Sembraste tinieblas en mi mente y
Los arcángeles huían de repente;
Mi verano se volvió invierno porque
Apagaste el sol con tu cobarde huida.

¡Castigo del fuego,
Maldición de un solo alarido!
Explayas nuestros dolores,
Nuestras quejas
Como aquellos árboles condenados.

Tus gracias nos sacaron
A la casa incontrolable de los llantos,
Y eres hacedor insaciable
De almas cohibidas.

Mentira a mentira tus procreaciones crecían,
Eyaculabas en un lado y luego corrías a otro
¡Como ahora lo es!
¡Y siempre lo será!

Padre
Dolor de mi corazón,
Alcohol tormentoso de mi herida,
Llegado desde la hiel del dolor hasta nuestros corazones.

Perturbador de mi alegría
Por orden, tal vez, de dios o del diablo:
Mi cántico favorito
Es un cántico maldito.

Maldecido para siempre por mis bellos versos
Sucio para siempre,
Como una abadía,
Como un gran muladar.

Días de tristeza,
Casa de desperdicios
Talador de los árboles,
Morador inefable de la traición.

De las cuevas,
Del subterráneo,
Del maldito grito de los condenados
De las hojas ruidas.

¡Árbol seco que vive
Al lado de un cementerio perdido!
Reflejo del averno
En los días angelicales.

Blasfema de los caídos,
Otoño perenne,
Devoto de los placeres
y de las fiestas bacanales.

Calle de penumbras,
Luna escondida,
¡Padre,
Pastor solo de tus goces insaciables!

Recogías perlas y diamantes
en las orillas llenas de sirenas
te retirabas Silbando tu triunfo
Porque huiste sin pagar lo que hiciste.

¡Tus mentiras serán dolor eterno,
Creador de más sufrimientos,
Apagón de todo,
La agonía de seres indefensos!

A ti
Esta trova nacida de mí
Como por maldición nací yo de ti,
De tu engaño a la inocente María.

A ti,
Como a nadie,
La inefable desesperación
Estruendorosa de mis alaridos malditos.

A ti
Los días negros,
Como hematoma adolorido,
De mi vida miserable.

A ti
La fruta podrida de mi alma,
Los vientos pestilentes de mi cuerpo
Y mis ganas de no quererte.

A ti
La incomparable maldición de mis gritos,
De mis vísceras, de mis puños
Y de mis llantos.

A ti
Padre
-como un rencoroso demonio-
El odio inmenso que le tengo a tu sangre.

jueves, 11 de junio de 2009

Carrusel

Vuelve todo y todo se va
Y el tiempo se consume
Y el carrusel sigue
Con la condena cíclica
Y el cínico me mira y ríe
Y yo atino a llorar
Y veo a la vieja pálida
Extender la mano en espera de una limosna
Y sin embargo no acepta mi limosna
Y quedo varado y solo
Porque todos mis compañeros se van de a pocos
Pronto ya no quedará nada ni nadie para mí
Solo la luna y mis pensamientos
Que irán mermando de a poco la esperanza
Y ya no querré esperar y forzaré todo
Porque todos se van de a poco
Y quedaré solo
Porque todos montan el carrusel
Y vuelve todo y todo se va
Y me empiezan a consumir los gusanos
Y sin embargo yo sigo vivo
Y mis gusanos no me consumen por fuera
Sino por dentro
Porque por dentro ya estoy muerto.

Amor desesperado

Cuántas veces buscamos el odio
Pero era inútil, nos amábamos
No nos podíamos lastimar.
Sin embargo tú eras obstinada
No quisiste disuadir
Y siempre tuve que huir
De tu mano que empuñaba la daga.
El cielo era gris entonces
Y nuestros gritos apagaban la eternidad.
¿Qué nos pasó?
¿Por qué te detuviste
Y te arrinconaste para llorar?
Cuántas veces buscamos el odio
Al fin lo logramos
Te odié, te odié mientras hacíamos el amor.
Tú también me odiaste
Eso explica el porqué arrojaste
Mis vísceras por el pavimento
Eso explica el porqué me apuñalaste
Con tanto entusiasmo.
Yo te prefiero así,
Tan loca y arrebatada para amar.
Lástima que ya estés muerta
¿Por qué dejaste tu arma en mi mano?
Ahora te necesito más que nunca
Porque no me explico como sacar tu inerte
Y ensangrentado cuerpo de mi cama
Y tú eras buena para resolver mis problemas.

Heroína


Heroína
Con un poco de más
Y se cumple mi sueño.
Al ver el túnel correré
Hacia la luz y sellaré
La puerta para nunca regresar.
Todo el daño que te hago
Y que te he hecho,
Ahora estás grave y moribunda,
Desearía extirpar lo que te carcome
Desearía morir
Para acabar con tu sufrimiento
Desearía comer tu cáncer.

Underground blues para Jim Morrison


luna roja
y en la radio la precisa melodía
proyecta tus arpegios endiablados
viejo Jim Morrison
arqueas la cintura
la sensualidad de tus labios
y entre filtros de peyote
y vasos de aguardiente
te diriges peligrosamente
hacia el fin
- enciendes el cigarro
alzas la copa de vino
y brindas por ti, por Blake
Artaud, tus oscuros fantasmas -
la mirada extraviada
el seco gemido
nadie entiende el descarnado alarido
que parte el cielo en pedazos
la muerte traidora danzando
sobre tu cuerpo
la soledad desnuda en medio del escenario
el baile indio
el suicidio anunciado
entregando en cada concierto
tu más rotunda agonía
rey de los lagartos.


Poema emblema de Leo Zelada, integrante del Grupo de Asfalto del Centro de Lima. Suele dictar talleres de poesìa en El Averno, o al menos eso recuerdo.

Heroína

Hola bella, dame soma;
Anda, no te niegues
No quiero golpearte
No ves que necesito eso para continuar.
Coge el cuchillo y perfora mi estómago
Hagamos una fiesta
Y adornemos el lugar con mis vísceras.
Necesito sangre
Porque soy un hematófago,
Soy un marciano
Y no encuentro a otro marciano,
O a un venusino,
Para soportar a los terrícolas.
Soy invasor de este mundo,
Soy un impostor
Un ser malévolo
Disfrazado de humano,
Yo soy un rey,
Un rey sin corona,
Un rey con lapicera que arruina
Las hojas, esos arboles modificados,
Soy un rey,
Gobernante de la mierda,
Con súbditos imaginarios.

Soledad

Embriagarse
Pensar en la nada
Dejar que la nada me consuma
Hacer nada y nadar hacia el olvido.
Buscar un refugio
Alejarse de todos o invitar a todos
Formalmente
A que se vayan a la mierda.
Y seguir nadando
Nadar solo en un mar oscuro
Aguantando la respiración por cien años.
Buscar un refugio
Donde mis miedos no puedan encontrarme
Y encontrar ayuda en la pulcritud de la soledad.
Nadar sin levantar la cabeza
Para olvidarme del mundo
Y levantar la cabeza de vez en cuando
Para nunca olvidar a la luna.
Llorar
Derramar tantas lágrimas
Como para formar un océano
Solo mío, sin peces ni mundos
Ni refugios, ni oscuros, sin nada
Para que todos alcancen.

Deseo y angustia

Quiero vivir en mis pesadillas,
Esta vida me atormenta
Me trata de soslayo
Y caigo en el pavimento,
Lúgubre y rendido.

Las fuerzas se atrofian
Y es difícil anclar el barco
En este constante mar
De llanto soledad y penas.

Y de reojo miro al sigiloso
Disfrutando de su placentera recompensa
Y yo, hundido en el marasmo,
Trato de buscar la roca del encanto.

Quiero vivir en mis pesadillas,
Porque en ella danzo con la muerte.
Errante voy por esta vida
Y en mí el suicidio anunciado
Lento y aglomerado.

Loco y moribundo transito por el mundo
Entre ánimas caídas;
Lágrimas de fuego caen
De mis ojos ya gastados
Y busco a la señora
Que lleva a mis pesadillas
El endiablado arpegio
De su promesa perdida.

Susurros de inframundo

Cuántas voces he escuchado
Que me han dicho
Que cometa un arrebato.
Cuántas veces he intentado
Hacer caso a sus llamados.
Pero, por qué no lo he intentado.
He ahí la pregunta
Y la respuesta es una
Clave indescifrable.
Ya varias, varias veces
Me encontré en el filo del precipicio,
Con lágrimas en los ojos
Y gritos descarnados, pero siempre
Claudiqué el arrebato.
La carga es muy pesada
Y la solución consiste
En dar el último paso,
Reventar mi cerebro
Y arrojar mis sesos
Al chocar con el triste páramo.
Con el cigarrillo vivo
Y con un pie bien puesto
En el filo del abismo
Vuelvo a preguntarme
¿Por qué no lo hago?
Dichosos aquellos que ahora están
Convertidos en árboles condenados.

Anhedonia


Yo siento que no padezco de anhedonia pero parece inevitable que termine en ella. Tengo 22 años y ya hace meses las ganas de comer, tener sexo, y sostener alguna relación social han ido mermando hasta límites insoportables. Antes gozaba también de pintar, escribir y leer y ahora siento que eso se acabó y que estoy sumergiendo mi espíritu hacia la precariedad de la tristeza. Desearía poder recuperarme pero no sé como y es que cuando uno llega a este estado, o está cerca a ella, las ganas para hacer las cosas simplemente no existen. Parece inevitable ir caminando de a poco hacia el suicidio anunciado ¿por qué? Ni yo lo sé. Supongo que porque "no hay primavera en anhedonia".

Despertar en el infierno

Mi sombra está en lo más
Profundo del infierno,
Quiero escapar pero no tengo fuerzas,
Siento que mi cuerpo quiere quedarse.
Esto no tiene sentido.

Necesito amor para escapar de este averno;
Las oscuras sombras que me trajeron me rodean
Y me arrastran más y más profundo.
Es como cáncer en mi cuerpo.

La oscuridad se torna absoluta
Mi cuerpo tiembla y lanza alaridos,
Este es mi destino: andar ciego
Entre un ciego camino.
Siento que esto es el fin.

Intento llorar, pero ya no soy dueño de mi cuerpo,
Intento despertar y me doy cuenta
Que mi sueño es infinito,
Intento blasfemar y sólo me salen graznidos
¿Qué pecado he cometido?
Tal vez sólo el haber nacido
O tal vez el de tener vida y no haber vivido.

La austeridad de los hijos

Mi jardín.
Las ratas.
Mi madre.
La escoba.
Correteos
apurados.
La vida está
en juego.
Sangre por
todos lados.
Charcos colorados ya
sin ser marrones.
Las flores
bellas aún,
pero teñidas.
Todas están rojas.
Las ratas.
Sonrisas agudas.
La escoba.
Hundida en el lodo.
Las ratas
Carcomiendo ahora.
Mi madre
ya sin cuerpo
carcomida hasta
quedar solo
en huesos.

martes, 9 de junio de 2009

Miedo

Vamos
Cuéntame tu historia,
No te cohíbas.
Lo negro se tiñó de negro,
Pasó por mi vista la negra ker,
El cielo se separó de la tierra
Y partió a un lugar infinito.
El hombre está sucio
Aunque reluzca de limpieza.
Hemos sido corrompidos sin quererlo.
Somos malos, muy malos,
El solo hecho de habernos
Contactado con la atmósfera
Nos convirtió en seres perversos.
Hola luna, cómo estás.
Vamos cuéntame tu historia,
No te cohíbas.
El pozo está muy hondo
Y escalarlo es lo que menos intento.
No padrecito,
No quiero contar nada,
Es que tengo miedo
Mucho miedo.
Pues sin querer
Ya te conté todo.
Lo único que puedo decir de mí
Es que solo hay miedo.

Cuando ella se va


Estoy perdido
Es bueno sentirse perdido
Quisiera que estés aquí
Pero estás tan pero tan lejos
Que ni siquiera me llega tu recuerdo.
Me desespera saber
Que eras importante en mí
Pero que te desconozco totalmente.
Allá, al fondo del plano general,
Te ocultaste y le prendiste fuego al día
Y el día le prendió fuego a mi cuerpo
Y mi cuerpo le prendió fuego a mi vida
Y mi vida se hundió para siempre
En una violeta melancolía.

Lágrimas


Quisiera ser como un pez
Para huir a las oscuras profundidades del mar;
Llorar todos los días
Para hacerlo más y más profundo
Y así quedar en el olvido para siempre.

La verdad

Para ti que pensaste que
Lo eras todo, pero no eras
Más que una simple agitación




Caminé hasta el fin del mundo
Mientras llegabas al orgasmo,
Te tuve muchas veces
Y nunca escuché más que tus gemidos,
Salías del pie de la mesa
Sin que siquiera te llamara,
Separabas tus muslos acostada
Y yo volvía a mi caminata,
Llorabas de amor puro
Mientras yo lloraba de desesperación.
Llegaste y te ocultaste en mi armario
Sin que yo me diera cuenta.
Estuviste cerca de mí,
En mi habitación, en mi cama
O tal vez debajo de mi almohada,
Pero nunca estuviste dentro.

Cazadores

¡Dispara! Pero no puedo, tengo miedo. No seas cabro, dispárale ya. Pero no puedo, no me siento capaz. Mierda, dispárale ya. Vete a la mierda, no tiene la culpa. Sí la tiene, nosotros lo podemos todo. ¡No!, por qué hacer eso. Dame la pistola hijo de puta, cabronazo. No, huye, vete. Mierda, eres un traidor. Solo soy un poco más humano. Dame la pistola, ya capturaré otro, lárgate de acá. Toma esta mierda, yo me largo. Espera, recuerda que ni una palabra o tú serás la víctima. No me importa, espero nunca más verte. No lo harás si cierras la boca. Ojalá te jodan pendejo.

Y el pobre animal sintió que la garra de su cazador lo soltaba y escapó sin importarle más que su vida. Los gritos de sus cazadores le asustaban más y corrió mucho tiempo. Luego de muchos minutos de haber corrido el cansancio hizo que parara. Aún tembloroso y desconfiado se detuvo para descansar.

Al pie del árbol y con los ojos bien atentos el carnívoro esperaba una presa. Llevaba mucho rato en la espera. Escucho que algo se acercaba, se agazapó, observó al otro animal y se dio cuenta de que era comestible. Se escondió más, con sigilo. Tuvo suerte, el otro animal dejó de correr cerca de él. Muy quedito se puso en posición de ataque. Esperaba el momento oportuno, cuando el otro animal voltee la mirada hacia el otro horizonte. Estaba excitado, se lamía, ya era la hora.

De pronto vio que un animal se le lanzó encima. No le dio oportunidad, lo tenía preso. Esta vez no era un bípedo, esta vez las garras opresoras eran punzantes. Sin embargo aún sentía miedo por sus primeros captores. Hizo un último esfuerzo, gimoteó, pataleó con fuerza. El carnívoro soltó ligeramente la presión, lo suficiente pensó, y escapó por segunda vez de la muerte. Volvió a correr con la velocidad de un bólido a pesar de la gran herida que le dejó el último ataque. Se sentía perdido, por dónde habría llegado hasta ahí. Presentía algo, estos caminos ya los había recorrido, esas huellas frescas olían a él. De pronto freno con fuerza: estaba volviendo por el mismo camino que le sirvió de huida.

Una sombra al frente, un sonido extraño, un estruendo, el dolor en una pata, caer al suelo y ver cómo las aves asustadas huyen de los árboles, respirar se torna difícil, sonido de pasos, todo se acaba, el brillo de algún objeto, otro estruendo, su cazador huye, se hace aun más difícil respirar, otra sombra, sonidos extraños, la primera sombra ha desaparecido, la segunda sombra se acerca, toca su dorso, saca algo, lo inclina y algo como agua le cae en su herida, le arde, siente un hincón en el muslo, hay un sonido extraño, muy raro, una cosa gigante se acerca, hay una nueva sombra, empieza a sentir nada, pero aun observa, siente que su cuerpo ha desaparecido, ya no le duele la herida, ve como las sombras lo meten a esa cosa gigante, sus ojos se cierran, lucha por no cerrarlos, es inevitable, ya todo acabó.

Abre los ojos, dónde estoy, siente un ligero dolor y mareos, poco a poco se incorpora, no puede pisar con una pata, observa a su alrededor, se parece a su casa pero no es su casa, reconoce la cosa gigante, se asusta al ver a seres similares a sus primeros cazadores, los reconoce, son los que lo cargaron, no sabe por qué de su ojo cae una gota, se siente aliviado, todo ha pasado.

miércoles, 3 de junio de 2009

Gritos de soledad



El perro está oculto
Porque teme ser echado de su casa.
Oculto en el olvido
Esperando solamente a la muerte.
Ya no mueve la cola
Y no porque no pueda o no quiera humillarse
Sino porque ya no hay alguien
A quien entregarle el movimiento alegre
De su extremidad innecesaria.
Y no hay alguien
No porque la casa esté vacía
Sino porque ya nadie le presta atención
Y el olvido, la soledad y la invisibilidad
Son sus únicas compañías.
Un hueso arrojado casualmente
Por un desconocido
Alivia medianamente
Su innecesaria existencia.
El perro coge la droga,
Se la inyecta y vuela hacia una vida mejor.
Ya alguien le acaricia la cabeza
Ya hay alguien a quien moverle la cola
El perro se siente útil
Pero sabe que solo es efecto de la droga
Sabe que su lágrima es de tristeza y no de alegría.

Poema escrito por un niño psicópata (ado, ado, ado...)

Miro tu espalda desnuda,
descansada en la cama,
después de tan dura jornada.

Mis labios recorren tu cuerpo
¡Oh, qué dulce encuentro!
llego hasta tu más puro secreto,
no te enojas,
pues descansas en tu lecho.

Te hice mía cuanto quise,
noche y día enamorado
y tú, amante triste,
ya te había engañado.

Pensaste dulce amada
en otro idiota enamorado
y yo, perro atormentado,
quise hacerte mía con engaño.

Al ver tu dorso desnudo
pienso cómo estuve enamorado
y a la vez me pregunto
cómo sacar de mi lecho tu cuerpo inerte ensangrentado.

A mi padre

Odio tener que odiarte,
pero más odio tener que
recordarte.
Viviste escapando,
mataste el pacto,
lastimaste mi inocencia y
me dejaste en la miseria.
Por ti bailé con la muerte y
quemé muchas notas suicidas
con el fuego que prendí por
mi triste agonía.
Sólo el ángel que quisiste
me ayuda a olvidarte,
pero no del todo, ya que,
entras en mi cabeza cuando cae mi destreza.

La isla

Abro los ojos y no veo nada,
El humo blanco de mis drogas
Ha cubierto todo.
Tropiezo y me golpeo constantemente,
Estoy enceguecido por el humo.
Es la niebla, el mar está cerca,
La escucho, estoy nadando
Porque no hay nada.
Grito y Nadie contesta.
En realidad no se llama Nadie
Se llama Ulises.
A mi no me engañas,
No soy un cíclope
Soy un pigmeo porque en esta isla
Crecemos de acuerdo al estado de ánimo.
Soy muy pequeño,
El más pequeño de todos.
Grito y nadie me contesta.
Tengo frío, estoy desnudo y lloro,
Estoy enfermo pero no de mi cuerpo.

viernes, 1 de mayo de 2009

El beso

A Shila


Qué es la vida, acaso una triste agonía en la que a veces resulta muy difícil abrir los ojos y salir de la cama al despertar por la mañana. Pues no creo que todos se sientan así, pero yo sí. Mi mente me dice no lo pienses solo escribe, pero qué escribir si hace más de un año se me fue lo que tontamente llaman inspiración. Lo acepto, era pésimo pero al menos cogía la lapicera y ponía alguna que otra cosa agradable, o movía los dedos frente al ordenador haciendo sonar los teclados al son de lo que me dictaba mi cerebro. Pero ahora siento que eso se acabó. Gocé de algún reconocimiento sí. Muy poco claro, extremadamente poco, pero me hice medianamente conocido en el círculo universitario.

Lástima que ahora ya nadie recuerde mi cuento, pero al menos pude ganar algo. Y la verdad que sí. Casi nunca en mi vida las chicas se interesaron por mí. Digamos, no soy guapo y que una que otra chica se interese por ti pues se siente bien. Definitivamente fue por el cuento, porque muchas chicas me miraron distinto, como con cierta ternura o admiración, eso no lo sé, pero sí sé que me miraron distinto. Una de ellas fue Shirley. No sé qué me vio. Ella con su cuerpo de modelo, su figura alargada capaz de excitar al más célibe de los hombres. Y esta chica se fue a fijar en mí, en mi cara de sapo, en mi cuerpo achatado, en mis dientes de caballo, ni siquiera de conejo que en algunos casos llegan a ser atractivos, sino de caballo. Pues tuve que aprovechar el momento, ni tonto no.

El encuentro se dio en una reunión por el cumpleaños de una muy querida amiga de ambos. Lo curioso es que yo no la abordé sino fue ella quien me abordó. Estábamos tomando, con el grupo que celebraba el cumpleaños, en un local sucio y poco decente de una zona de iguales características, llena de drogadictos, borrachines y patibularios. Varios del grupo ya llevábamos gran porcentaje de licor en la sangre y como es lógico en estos casos me dio ganas de mixionar. Me levanté, fui al baño, me paré frente al urinario, abrí mi bragueta, cogí con mis dedos índice y pulgar mi miembro flácido al borde del goteo y placenteramente dejé fluir el contenido que aguardaba por salir. ¡Ah, orinar!, tan rico como defecar pero menos asqueroso, tan rico como follar pero menos cansado, en fin. Continué con el lógico procedimiento: sacudí mi falo, lo guardé, cerré mi bragueta, me lavé las manos luego de olerme los dedos, trágica manía cacósmica que tengo, y salí.

Ahí pasó. Sí, en ese momento pasó. Ella estaba parada afuera de los servicios higiénicos con una expresión medio extraña. Me estaba esperando y deduje para qué. Quizá estaba medio ebria ya, no lo sé. La cuestión es que me agarró la cabeza y me empujó al lado oscuro, no al lado oscuro tipo Darth Vader, sino a un lugar donde había poca luz. Increíblemente yo me hice el difícil y le dije que mejor no, que somos amigos y esas cosas como para demostrar que no estaba tan urgido de besar a alguien. Hombre, pero eso lo hice muy poco, porque pues aproveché el momento.

Pegó sus labios con los míos y sentí su aliento a licor, no me desagradó porque con su aliento a licor y mi aliento a licor eso se perdió. Sentí sus labios delgados, luego nuestras lenguas jugueteaban como dos niños inocentes y se enlazaban como dos serpientes en celo, siguieron los ligeros mordiscones, luego los labios se separaron y después seguía el contacto entre los ojos, cosa casi inevitable, pero inmediatamente los labios volvían a buscarse y se encontraban y ya se conocían y volvían a juguetear pero esta vez como dos viejos amigos.

Lástima que la noche se acabó y que después de habernos ido a un cuarto poco decente y barato y haber hecho el amor por largos tramos de la noche, yo me fui y no quise saber nada más de ella. No sé por qué, quizá porque el hombre por alguna extraña razón siempre debe comportarse así, o quizá porque siempre le he huido a los compromisos. Ella me llamó muchas veces pero yo preferí evitarla. Luego de meses viajó a Bélgica sin avisar a nadie o más bien sin avisarme.

Me enteré de su partida cuando una tarde sin libros que leer, y sin saber qué más hacer, prendí el ordenador y me puse a charlar con algunos de los pocos, pero suficientes, amigos que tengo. Ella también estaba al otro lado del orbe frente a una máquina y volvimos a hablar. No mencionamos mucho el tema del beso, solo me dijo que había viajado y todo se centró en eso. Me envió una foto y luego de contemplarla de alguna manera el día se volvió violeta y no pude evitar ahogarme en la melancolía.

La despedida no fue dramática, solo consistió en un simple hasta luego. Ahora estoy mirando su foto y mi mente me dice no lo pienses solo escribe lo que pasó ese día, y ahora que veo su foto en donde posa echada en ese gras anónimo de Bélgica, con un vestido rojo que le resalta las curvas, que alguna vez me volvieron loco, y que apenas llega a taparle el trasero provocando que mi sexo se yerga, pienso y me digo que el hombre por su tonto orgullo de machista pierde grandes oportunidades que efímeramente pone enfrente la vida.

miércoles, 18 de marzo de 2009

El año que se fueron

2007 fue un año soberana e íntegramente malo y triste para mí. Ese año la muerte estuvo presente cerca. 2007 fue un año muy triste y aún lo siento carcomiendo mi maltrecho corazón. Mamama, luego de dolorosas agonías y gritos, dejó el oxígeno a un lado, mandó a la mierda a su enfermera y se dispuso morir con dignidad, rodeada por sus hijos y nietos y gritándole a su esposo que ya iba por él. Dos días después, tiré una rosa a su ataúd antes de que le empezaran a tapar con la tierra removida. Pero el 2007 recién había empezado, como la primigenia reacción de una droga que promete un buen viaje. Luego de unos meses ella volvió a rondar por ahí. La víctima fue el perro, hasta ese entonces, de toda mi vida. Crecimos juntos, fue más que un amigo imaginario porque me escuchaba todo el tiempo y gracias a su ternura física (esa que te hace decir "hay que lindo" cuando ves a un cánido), conocí a las dueñas de otros perritos en el viejo Parque de la Reserva. Pero el 2007 me siguió golpeando muy duro, como si yo le hubiera hecho algo. Octubre no se tiñó de morado para mí sino de negro: La mejor amiga que alguien como yo podía tener fue asesinada a fines de ese mes. 2007 se llevó parte de mí, parte de mi vida y mis recuerdos. Se llevó no parte sino entera mi alegría. Lo que sigue, está dedicado a Melissa, a quien tanto adoré y quien tanto me quiso:



A Mel, a quien en vida no
pude entregarle mi vida.


El cielo siempre estuvo gris
Pero era soportable
Te tenía a mi lado
Y a ti te gustaba cambiar la realidad.
Pero ahora tu compañía se esfumó,
Te fuiste y me abandonaste
En esta esfera que me cohíbe.
Sin ti será muy difícil continuar,
Sin ánimos de andar, sin ánimos de saltar,
Tú eras los lentes que modificaban mi percepción.
Estoy perdido, ya no estás para
Que me cojas de la mano y me guíes,
Como un Dante sin Beatriz
Errante sin camino.
¿Dónde quedó nuestro pacto?
¿Por qué olvidaste que íbamos
A cruzar el túnel juntos?
¿Por qué te soltaste de mí
Para ir hacia la luz?
Quizá yo tenga la culpa
No me di cuenta que te ibas de mi lado.
Ahora no puedo sentir tu aire metafisico,
Ya estás lejos y cogiste otras manos
Tan frías y pálidas
Como el hielo aquel donde jugábamos.
Los inviernos serán muchos
Y los cielos grises se prolongaran en mi vida.
Tú verás como envejezco
Pero yo nunca veré tu senectud
Tú remplazarás a nuestros ángeles por descuidados
y me cuidarás
¡Yo también quisiera cuidar de ti!
Porque en cierto sentido
Tú me devolviste la vida.
Partiste y dejaste la puerta abierta
No solo entró el dolor y el caos
También llegó la anhedonia.
Eso es lo que queda para mí sin ti
¿No te parece un canje injusto?
Es horrible cuando las flores están muertas.



jueves, 12 de marzo de 2009

Cuento para seguirlo punto a punto

Día de clases


De pronto el barco se estrelló contra mi ventana y me hizo perder el sueño. El hombre sacó un pañuelo del bolsillo trasero de su pantalón y secó el sudor que emanaba de su frente. Cómo me aburre hacer este trabajo, pero tengo que soportarlo; qué difícil es ser vigilante en pleno verano, y ver a esos malditos universitarios creídos me hace sentir humillado, aunque los traseros de las alumnas están ricos, pero cómo jode trabajar de vigilante en verano. Le molestaba mucho el verano, tal vez porque es una de las personas que más suda en el planeta, por eso siempre cargaba un pañuelo. Me levanté de inmediato pues el sonido me asustó mucho; vi el reloj y me di cuenta de que era tarde para ir a la universidad. Vio el paradero donde debía bajar y, pañuelo en mano, fue hasta el lado del chofer. Tenía que ir, así que cogí mis cosas, morral, cuadernos y pañuelo claro, y fui rumbo al paradero. Ahí viene ese cachimbo, maldito pelucón arrogante, le voy a cerrar la puerta. Bajó del bus, guardó su pañuelo y corrió hacia la entrada. Casi no llego pero llegué; eso sí, tuve que correr para que el vigilante no me cerrara la puerta, lo malo es que ahora mi suéter esta empapado en sudor. Al pasar, el hombre se dio cuenta de que el vigilante lo miró mal.

Diario de un maniaco depresivo

En realidad no esperen algo bueno en esta página. No esperen, por ejemplo, algo alegre (para esas teatralizaciones nunca fui bueno), ni bien hecho (lo que escribo tiene marcadas tendencias mediocres). Este solo es un lugar "donde el sol nunca resplandece", donde solo habrán escritos entre mohínos y bizarros, además de finales frustrantes. Nunca aprendí a escribir, así que no busquen cualidades donde encontraran íntegros defectos. Poesía mala, cuentos entorpecidos y crónicas sin sentido, y aunque les disguste el verso en ido, ya están advertidos. Ahí va el primero:



Por qué te temen,
Si eres la sombra de la libertad.
Sienten miedo de ti sin sentido;
Perturbadas almas tratan
De huir siempre de tu
Cándido toque.
Por qué no vienes por mí,
Te estoy esperando
¿Acaso me has olvidado?
No, es imposible.
Sé que algún día vendrás
A recogerme
Y yo gustoso te acompañaré,
Porque es de ti que no huyo
Eres tú lo que más quiero.