domingo, 28 de agosto de 2011

La vida muchas veces es injusta. Esto me lo dijo mi madre, que fue la primera sabia que conocí en mi vida. No he conocido muchos sabios, es verdad, pero sí he encontrado unos cuantos, de los cuales mi madre fue la primera. Entonces, la vida es difícil -le dije-, y si es así ¿por qué me sometiste a esto?, le pregunté angustiado. "Porque la dificultad de la vida misma te hace hacerle maldades al resto." No comprendí bien aquella vez, pero igual la abracé y le dije que la perdonaba. Ya verás que en el futuro me terminarás odiando, me dijo y me humedeció la mejilla con sus labios.


Han pasado muchos años desde entonces y como ella era sabia, todo lo que me dijo se fue poco a poco consumando. Ahora no le perdono el que me haya traído a este mundo; antes de eso, creo que mi vida era tranquila, sin preocupaciones, pero mi madre no tuvo el menor reparo en estropearme esa comodidad espermática. Ahora sufro esto como todos y hasta me animaría a decir que más que el común, que yo salí un poco más estropeado y es difícil para mí aguantar los amaneceres.

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