Siento tu agitación, tus respiros, tus gemidos; pero tu carne está muerta. Mi cuerpo, en cambio, se entrega con devoción a tus entrañas y todo en mí es una fiesta, hasta un carnaval.
es que yo lo engaño encubriendo tus gestos de desprecio, me convierto en tu cómplice, o cómplice de tu corazón, para que mi sexo no se debilite y continúe con el carnaval de este encuentro.
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