domingo, 18 de abril de 2010

La gesta del encuentro

Vuelvo a pensar en ella, en su rostro, en sus senos, en sus nalgas, en su sexo y mientras la violo en mi mente miro el celular con desesperación pero al final decido no llamarla.

Llamo a Fredy y empezamos a urdir el plan, ir seis o siete en el carro del papá de Luchín, tocar la puerta caballerosamente y cuando la abran le sacamos la mierda a todos y libramos a Jordan del encierro al que ha sido sometido.

Es posible que terminemos heridos y presos y en casa nos volverán a sacar la mierda pero tenemos que intentarlo. Fredy no conoce a Jordan, ni Luchín, ni Carlos, pero están dispuestos a hacerlo a modo de solidarizarse conmigo y con mis ideas.

El problema, y esto lo pienso ahora, es el carro. Luchín casi choca el carro de su papá hace unos meses que le echamos gasolina y le hicimos carrera al grupo del Toyo. Ganamos y nuestra celebración consistió en hacer piruetas para sacarle fogonazos a las ruedas y al asfalto. Desde ahí no se lo dan y el carro que puedo conseguir está sin papeles. Ya surgirá otra idea.

2 comentarios:

  1. Esa flor instantánea
    Miedo a perderse ambos,
    vivir el uno sin el otro:
    miedo a estar alejados
    en el viento de la niebla,
    en los pasos del día,
    en la luz del relámpago,
    en cualquier parte. Miedo
    que les hace abrazarse,
    unirse en este aire
    que ahora juntos respiran.
    Y se buscan y se buscan
    esa flor instantánea
    que cuando se consigue
    se deshace en un soplo
    y hay que ir a encontrar otras
    en el jardín umbrío.
    Miedo; bendito miedo
    que propicia el deseo
    la agonía y el rapto,
    de los que mueren juntos
    y resucitan luego.

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  2. ¿Quién eres pues anónima/o?
    Perteneces a mi cercanía o a la lejanía del viento
    o acaso perteneces solo al imaginario de mi delirio.

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